Notre Dame de París y su bosque de madera
La Catedral de Notre Dame en París es un hito de la arquitectura gótica además de ser un testimonio de la ingeniosidad y la destreza de los artesanos medievales. Es protagonista en miles de películas, libros e incluso videojuegos, pero no todo el mundo es consciente de toda la historia que la roda. Una historia tan extensa que daría para muchas horas de diálogo. Es uno de los elementos más notables de esta histórica es su cubierta de madera, una obra maestra de la carpintería que desafortunadamente sufrió graves daños en el incendio de 2019.
Hoy os queremos contar brevemente cómo unos árboles de roble acabaron convirtiéndose en las cerchas de uno de los edificios más importantes de la historia europea. La transformación de su madera, de material a producto, desde bosque del extrarradio hasta la Île de la Cité de París.
La construcción de Notre Dame inició en el año 1163 y se extendió durante casi dos siglos, hasta el 1345. Durante casi dos siglos, cada generación pudo ver una fase de la construcción diferente. Muros, torres, bóvedas. Un poco como nuestra Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona. La última fase, y la más compleja fue la cubierta de madera, llamada posteriormente “el bosque” debido a la cantidad de madera utilizada y su complicada estructura.
Usualmente los troncos para la construcción eran llevados a París desde los bosques de la región a través del río Sena, pero en esta vez no fue así. Eran robles de los bosques más cercanos, probablemente pertenecientes al clero. Lo que podemos llamar como materiales de kilómetro cero de la época. Además, ya se pensaba en ahorrar material y evitar mermas. Los troncos talados correspondían exactamente a las secciones necesarias a los carpinteros y su escuadrado se hacía lo más cerca posible de la superficie. Se intentaba perder la menor cantidad posible de material y curiosamente se escuadraban en verde, sin dejar que el tronco se secara. Así era más fácil de trabajar, pero en contraparte era más propensa a sufrir deformaciones. La madera verde según perdía la humedad se adaptaba a las cargas sometidas.
¿Y por qué lo hacían así? Porque se cortaban mediante herramientas sencillas como hachas, manteniendo el corazón de la madera en el centro de la pieza. La sierra no se llegó a usar en el siglo XIII y necesitaban que el material fuera fácil de trabajar.
El marco de Notre-Dame de París era, junto con el de Saint-Pierre de Mont-matre (1147), una de las estructuras en madera más antiguas de la ciudad. Recibe el nombre de “bosque” gracias a las 1.300 vigas de madera de roble que formaban las cerchas que daban los 55 grados de inclinación. Medía más de 100 m de largo, por 13 m de ancho en la nave principal, 40 m de largo en el crucero, y 10 m de altura total. El peso de todo este verdadero bosque era de unas 500 toneladas. Sobre este marco de madera descansaba el techo de plomo, que consistía en más de 1300 planchas de 5mm de espesor con un peso total de 250 toneladas. [II.V.1] [Erlande-Brandenburg, 1997] [notredamedeparis.fr].
Para levantar la cubierta de Notre Dame no hubo que depredar ningún bosque, se emplearon únicamente 1.000 robles que caben en muy pocas hectáreas. Ejemplares jóvenes (70 años máximo) muy estirados y delgados (hasta 14 metros de altura). La madera utilizada en la construcción de la cubierta se seleccionó por su durabilidad y resistencia. Por eso se eligió madera de roble. Un trabajo de esta magnitud con madera de tal calidad hoy sería un disparate a nivel económico. Troncos rectos de esa longitud se consiguen solamente cuando los árboles crecen realmente muy juntos y compiten hacia lo alto buscando la luz. Lo que sugiere que eran productos de una silvicultura del SXII.
Una vez en París, se montaban las cerchas y la madera se marcaba y numeraba según el lugar que iba a ocupa en la planta. No había un modelo de cercha estandarizada, la industrialización no había sido aún inventada así que tocaba montar cerchas de manera manual, generando diferentes variantes según la experiencia del carpintero o lo aprendido de las cerchas anteriores.
A principios del siglo XIII, los maestros carpinteros se enfrentaron a dificultades inéditas para la época, vinculadas al tamaño exagerado de las catedrales góticas y, sobre todo, a la dificultad de adaptar unas fachadas muy finas (y atravesadas por grandes vidrieras) a la fuerte presión del viento en unas cubiertas cada vez más altas e inclinadas.
En el caso que estamos tratando, la respuesta a este desafío se logró diseñando una estructura compleja pero equilibrada, estable por sí misma. También a través de dispositivos de rigidización, refuerzos con tirantes, amarres laterales y vanos cortos para limitar el empuje lateral. La geometría nos enseña que el triángulo es una forma indeformable, ideal para distribuir las cargas uniformemente en los muros.
La carpintería de Notre-Dame fue una de las más grandes obras maestras de la carpintería gótica francesa debido a su complejidad técnica y a su excepcional estado de conservación. Mucho más densa que lo usual para le época. Un verdadero bosque en la Île de la Cité de París.
Desgraciadamente, las técnicas que se utilizaron para su confección se han perdido en el tiempo. Daños colaterales de la electrificación y la tecnificación del sector maderero. Ya no escuadran la madera con hachas, ahora disponemos directamente al aserradero.
Ya casi no existen manos en el mundo capaces de tallar con la doloire, la herramienta de carpintería usada para Notre Dame y de las usuales desde la Edad Media hasta el Renacimiento.
Esta herramienta permitía un trabajo bastante fino. Esta herramienta era tan versátil que lo que los carpinteros que acompañaban a los ejércitos de la época se bastaban solo de ella para llevar a cabo cualquier tipo de trabajo.
Para levantar la cubierta de Notre Dame no hubo que depredar ningún bosque, se emplearon únicamente 1.000 robles, cantidad que crece en muy pocas hectáreas. Ejemplares jóvenes (70 años máximo) muy espigados, muy estirados (de unos 14m de altura) y delgados. La madera utilizada en la construcción de la cubierta se seleccionó por su durabilidad y resistencia. Por eso se eligió madera de roble. Un trabajo de esta magnitud con madera de tal calidad hoy sería un disparate a nivel económico. Troncos rectos de esa longitud se consiguen solamente cuando los árboles crecen realmente muy juntos y compiten hacia lo alto buscando la luz. Lo que sugiere que eran productos de una silvicultura del SXII.
Ya en el siglo XIX, Viollet-le-Duc llevó a cabo una de las restauraciones más profundas. Reforzó toda la zona central de la cubierta para poder asegurar que esta soportara su gran aguja, la segunda en la historia de la catedral tras la desmotada en el SXVII. Todo esto respetando la cubierta original en todo momento.
Gracias a todos sus estudios sabemos que la mayor parte de la techumbre de la nave era la original del SXIII. La aguja de Viollet-le-Duc se inauguró en 1859 y se derrumbó en 2019 durante un gran incendio que devastó las techumbres de la catedral.
Pese a que la tercera gran aguja, que se inaugurará a finales de 2024, será una reproducción exacta comprenderéis que el daño y la pérdida que sufrió la ciudad de París, Francia y Europa en ese fatídico día de abril es irreparable.
El 15 de abril de 2019, un devastador incendio arrasó gran parte de esta estructura histórica, causando el colapso de la aguja y dañando gravemente el “bosque” de madera.
La respuesta al incendio fue inmediata y global. La reconstrucción de la cubierta de madera plantea un desafío monumental, pero también una oportunidad para aplicar tecnologías modernas en la conservación del patrimonio histórico.
La madera no es problema. Serán necesarios 1000 troncos de roble y el según el inventario franceses se dispone de 300 millones de ejemplares del diámetro requerido y de ellos 40 millones tendrían además la altura necesaria. El problema radica en que apenas hay carpinteros que sepan escuadrar a mano y que no es usual ya trabajar con madera verde. Pero, ¡Qué gran ingenio se manifiesta en los acontecimientos imprevistos!
Mediante una mezcla de artesanía recuperada y la digitalización, se han creado planos detallados para garantizar que las vigas cinceladas a mano encajen perfectamente en la estructura existente. El armazón llegará a París en camiones y se colocará en la catedral con una grúa mecánica.
Si no sois especialistas en madera o técnicos apasionados de este material, podríais pensar que las estructuras de madera soportarán peor el fuego que otros sistemas constructivos. Es cierto que la madera es material combustible y se consume al entrar en contacto con el fuego, pero igual de cierto es que este material soporta mucho mejor las temperaturas que el metal.
Este último puede ser más resistente frente a las llamas ya que no se consume con tanta facilidad como la madera, pero las altas temperaturas hacen que las estructuras metálicas se doblen provocando que el edificio en cuestión pueda venirse abajo en menos tiempo.
Las estructuras de madera, en cambio, ofrecen una seguridad que ningún otro material de construcción consigue ante el fuego. Y sobre todo lo demás nos da tiempo. Diferencia clave.
Cuando las llamas entran en contacto con la madera ésta comienza a carbonizarse, pero las partes que no lo hacen soportan aún más las altas temperaturas asegurando así que la estructura del edificio de madera se mantenga firme durante más minutos. Dando de este modo, en el caso de Notre Dame, un mayor margen para las labores de extinción del incendio y evitando que la cubierta cayera como un peso muerto, lo que habría sin duda derribado las finas fachadas de la catedral gótica.
(Podemos entrar en más tecnicismos, pero para ello tenéis esta magnífica entrada)
Tras varios concursos de ideas, a cada cual más excéntrico, en 2020 Emmanuel Macron anunció que la cubierta y la aguja iba a ser restaurada a su diseño anterior al fuego. De cierta manera, se honrará así el trabajo de Viollet-le-Duc.
Para conseguir una imagen idéntica o por lo menos muy similar, un equipo de carpinteros ha utilizado técnicas medievales para levantar esos armazones de madera. Incluso se han llevado a cabo demostraciones a los pies de la catedral con motivo de las Jornadas Europeas del Patrimonio, en las que cientos de personas han podido ver de primera mano de los métodos utilizados hace 800 años. Un total de 25 cerchas serán instaladas a lo largo de este año en la nave de la catedral.
El responsable de las labores de reconstrucción, el general Jean-Louis Georgelin, dijo hace unos meses que “la primera piedra de Notre Dame se puso en el año 1163. La catedral está en obras desde 1163″. No podemos estar más de acuerdo.