Huella hídrica en la construcción. ¿Somos conscientes?

Las actividades antrópicas consumen y contaminan grandes cantidades de agua. A escala global, el mayor uso del agua acontece en la producción agrícola, aunque también se consumen y se contaminan importantes volúmenes de agua en los sectores industrial y doméstico, pero sobre todo en el de la construcción.

El agua es un recurso escaso, tanto que  hay muchos lugares en el mundo donde se sufre un grave agotamiento. Ríos que se secan, descenso del nivel de los lagos y de las aguas subterráneas y especies en peligro de extinción debido a la falta del elemento.

Si hablamos de recursos hídricos en el sector de la construcción, hoy en día se invierten unos 686 litros/m² de agua potable por metro cuadrado en la construcción convencional, siendo solamente el 0,007% de todo el agua existente en la tierra. Los materiales de construcción, de manera análoga al caso de la energía embebida, son consumidores de una cantidad importan te de agua en su producción y puesta en obra, creando un impacto sobre este recurso.

Se calcula que la humanidad utiliza 9 billones de toneladas de agua al año. Eso supone casi 300.000 toneladas de agua por segundo, lo que equivale a 120.000 piscinas olímpicas. Y según la OCDE, se prevé que la demanda mundial de agua aumente alrededor de un 55% hasta 2050, debido a la creciente demanda de la industria manufacturera (+400%), la generación térmica de electricidad (+140%) y el uso doméstico (+130%).

El concepto

La huella hídrica es un indicador del uso de agua dulce, medido a lo largo de toda la cadena de suministro, siguiendo el enfoque de Análisis de Ciclo de Vida. La huella hídrica se basa en la apropiación de los recursos hídricos, en lugar del concepto tradicional utilizado hasta el momento, basado en la extracción de agua.

Muestra los volúmenes de agua consumidos por origen y los volúmenes de agua contaminados por tipo de contaminación. Además, no se centra únicamente en el uso directo del agua, sino también en su uso indirecto. 

En el caso que nos compete, es el volumen de agua dulce utilizado para producir el producto medido en toda la cadena de suministro. Desde la extracción y procesado de las materias primas, pasando por el transporte, fabricación y distribución, hasta las etapas de uso y final de la vida útil del producto (gestión de residuo). 

La publicación en 2011 de The Water Footprint Assesment Manual convirtió la huella hídrica en algo más que un concepto, siendo hoy en día un estándar global de contabilización de uso de agua, un camino recorrido gracias al papel de la Water Footprint Network, la red global de la huella hídrica. Desde entonces han surgido diferentes iniciativas, como la de la ISO 14046 entre algunas, empujando el concepto de huella hídrica hacia múltiples direcciones distintas.

Los tres indicadores de la huella hídrica

Para calcular la huella hídrica de un producto, se analizan tres indicadores del origen del agua denominados: verde, azul y gris.

La huella hídrica verde (HHV) se refiere al agua de lluvia utilizada por los cultivos y la vegetación a través del proceso de evaporación y transpiración. Es el agua que se encuentra en los suelos y es absorbida por las raíces de las plantas para su crecimiento y desarrollo. Es una medida importante para evaluar el uso sostenible de los recursos hídricos y la eficiencia en la agricultura. 

Por su parte, el concepto de huella hídrica azul (HHA) se refiere al agua superficial o subterránea extraída para satisfacer las necesidades humanas o para ser utilizada en actividades productivas. Esto incluye el agua utilizada en la agricultura (riego), la industria y el consumo doméstico. 

Finalmente, la huella hídrica gris (HHG) se relaciona con la contaminación, y está definida como el volumen de agua dulce que se requiere para diluir la carga de contaminantes generados durante la producción de bienes o servicios antes de ser devueltos al medio ambiente. 

La huella hídrica de los materiales

Para hacerse una idea aproximada, estudiamos algunas estimaciones generales de la huella hídrica de los materiales de construcción más comunes, basadas en su mayoría en el exhaustivo estudio de los investigadores P.W. Gerbens-Leenes, A.Y. Hoekstra y R. Bosman.

Acero. Su producción implica procesos que consumen mucha agua, como la transformación de sus materias primas en altos hornos y su enfriamiento. En el caso del acero aleado con cromo y níquel (18/8), este tiene una huella hídrica azul de 77 litros/kilogramo (l/kg) y una huella hídrica gris de 1500 l/kg, siendo el cadmio el contaminante crítico.El acero sin alear, el que más se utiliza en la construcción,  tiene una huella hídrica azul de 11 l/kg y una huella hídrica gris de 2.300 l/kg, siendo también el cadmio el contaminante crítico.

Cemento. El cemento Portland tiene una huella hídrica azul dependiendo de la fuente de yeso utilizada. La huella hídrica gris es determinada por el mercurio si en la producción se utiliza yeso procedente de la desulfuración de gases de combustión.

El cemento compuesto Portland (CEM II/B) tiene una huella hídrica azul de 1,7 a 2,1 l/kg, con la misma huella hídrica gris de 210 l/kg. Contribuye principalmente la producción de Clinker por pirometría debido al enfriamiento de materias primas y el curado en obra. 

Madera. El impacto hídrico de la madera en la construcción puede variar en función de varios factores, como el tipo de madera, la ubicación geográfica de la fuente de madera y los procesos de producción específicos implicados. Sin embargo, por término medio, la madera aserrada tiene una huella hídrica azul de 1,0 l/kg, y huella hídrica gris de 0,8 l/kg, debido a que para su trasformación no es necesario el uso de agua. 

huella gris del acero
huella gris del cemento
huella gris de la madera

Cinco estrategias para reducir la huella hídrica

La huella hídrica de los procesos constructivos es algo que podemos ignorar en la búsqueda de la (verdadera) sostenibilidad. Desde la extracción de materias primas hasta la disposición del edificio, cada fase es clave en una adecuada gestión del agua.

Ante los desafíos que se nos plantean en el futuro en la construcción, proponemos cinco estrategias para mitigar su impacto a nivel de huella hídrica. 

¿Estamos preparados?

Tenemos mucho trabajo por delante, pero pensémoslo bien y en términos económicos. Faltan pocos meses para que se aplique la nueva normativa europea EPBD y Level(s), ¿vamos a seguir construyendo edificios que en cuestión de pocos años perderán de valor de mercado o es mejor comenzar ya a fabricar un futuro mejor?  ¿Qué sentido tiene edificar un inmueble que va a quedar obsoleto en un lustro? 

En ARQUIMA llevamos años preparándonos para este momento. Hemos apostado por proyectar edificios industrializados en madera y con materiales saludables desde nuestro nacimiento y el tiempo nos ha dado la razón.

Vienen grandes cambios para el sector y nos hemos anticipado a ellos, demostrando que es posible proyectar edificios de manera realmente sostenible, eficiente y sana tanto para las personas como para el planeta.