En un contexto donde la sostenibilidad ya no es una opción, sino una obligación para combatir contra el cambio climático, el Código Técnico de la Edificación (CTE) en España avanza hacia una nueva etapa.
En 2026 está prevista la incorporación de un nuevo Documento Básico de Sostenibilidad Ambiental (DB‑SA), que marcará un antes y un después en la forma de proyectar y construir los edificios. Los que llevamos años luchando por una verdadera sostenibilidad, y no solo focalizada en la eficiencia energética, estamos de enhorabuena.
Este cambio responde a la necesidad de medir y reducir el Potencial de Calentamiento Global (PCG) de los edificios a lo largo de su ciclo de vida, en sintonía con la Directiva (UE) 2024/1275 y el compromiso de la UE de alcanzar la neutralidad climática en 2050.
En ARQUIMA llevamos casi dos décadas aplicando criterios que el DB‑SA exigirá en el futuro. Aquí te contamos cómo puedes empezar a preparar tus proyectos para esta nueva normativa.
La gran novedad es que la sostenibilidad en el CTE incluirá aspectos relacionados con el ciclo de vida de los edificios. Pero también sobre la huella de carbono de los mismos. Porque no importa sólo el carbono operacional, sino también el carbono embebido. Es decir, las emisiones asociadas a los materiales utilizados en la construcción de los edificios.
El DB-SA es una nueva sección del Código Técnico de la Edificación, actualmente en fase de desarrollo, que se centrará en aspectos esenciales como:
Dentro de este nuevo esquema, la construcción con madera presenta ventajas innegables en términos de impacto ambiental y gestión sostenible de los recursos. Como material escalable a todo tipo de estructuras, no tiene rival. Son habas contadas. La huella de carbono de los tres materiales más usados en la construcción es claramente favorecedora en el caso de la madera (2.5kg CO₂ eq/m²), menor en comparación con la del cemento (15.50kg CO₂ eq/m²) o la del acero (35.00kg CO₂ eq/m²).
¿A qué se deben estos números? Muy simple. En primer lugar, la madera es un recurso totalmente infinito y renovable (siempre que provenga de la silvicultura certificada) a diferencia del hormigón o el acero, cuya producción genera ingentes cantidades de gases de efecto invernadero. Los árboles actúa como sumidero de carbono, absorbiendo y almacenando CO₂ durante su crecimiento. Una vez convertida en una edificación, la madera consigue edificios sanos, transpirables, eficientes y de muy bajo impacto ambiental (si se la asocia a otros materiales compatibles como el algodón, el corcho o la celulosa).
Su huella medioambiental es hasta un 75% inferior a la del hormigón o el acero. La puesta en obra es más rápida, gracias a su alto grado de industrialización hay menos margen para errores de ejecución. Así mismo, permite una construcción en seco, más limpia, generando también menos residuos y un entorno de trabajo más seguro.
Además, es un material que es resistente, higrotérmico y nos aísla térmicamente, regulando las temperaturas tanto en invierno como en verano. Es fácilmente manejable y adaptable a todo tipo de estructuras.
Categoría | Ejemplo de métrica |
|---|---|
| Emisiones | Kg CO₂eq/m² (embebido + operativo) |
| Recursos | Uso circular de materiales y contenido reciclado |
| Salud y bienestar | Calidad del aire interior y toxicidad de acabados |
| Eficiencia hídrica | Consumo de agua potable durante el uso |
| Coste de ciclo de vida | Costes operativos y mantenimiento |
| Adaptabilidad | Posibilidad de ampliación, desmontaje, renovación |
La arquitectura sostenible no es solo una cuestión de eficiencia, sino de la procedencia y la calidad de los materiales. Limitar el concepto de “sostenible” al ahorro de energía es insuficiente. Si aspiramos a un verdadero bienestar en el entorno, debemos ir más allá. Y el hecho de que un edificio sea eficiente no significa que sea saludable.
El componente crucial que a menudo se ignora es el de buscar materiales que no tengan un impacto negativo en la salud. Podemos conseguir una alta eficiencia tanto con aislamientos térmicos en base de poliestireno (derivados de la industria petroquímica) como con materiales naturales en base de madera, corcho o tejidos naturales. Pero los impactos sobre la salud que tienen unos son infinitamente superiores que los otros.
El futuro del sector y de mercado pasa por contemplar el uso de materiales con una “mochila ecológica” reducida. Así lo marcará el nuevo DB-SA. Las estructuras de entramado en madera aserrada son un ejemplo claro: su ciclo de vida tiene una menor huella ambiental que otros materiales (hasta un 60% que su equivalente en hormigón) y, en proyectos como los de ARQUIMA, cumple con los tres pilares de la sostenibilidad: eficiencia energética, protección medioambiental y salud de las personas.
En el futuro Documento Básico de Sostenibilidad Ambiental (DB-SA) del CTE, contar con materiales que dispongan de DAP será un requisito fundamental para justificar el bajo impacto ambiental de los elementos constructivos. Estos documentos no solo facilitan la comparabilidad entre productos, sino que también aportan transparencia al proceso de diseño y construcción.
Una Declaración Ambiental de Producto (DAP) es un documento verificado por un ente independiente que detalla el impacto ambiental de un producto a lo largo de todo su ciclo de vida. Permite conocer con datos cuantificables aspectos clave como las emisiones de CO₂, el consumo energético, el uso de recursos o la generación de residuos.
En proyectos comprometidos con la sostenibilidad, como los que desarrollamos en ARQUIMA, las DAP permiten elegir con rigor entre distintas soluciones, priorizando aquellas que ofrecen mejores prestaciones ambientales.
Básicamente es por la necesidad de construir rápido, con calidad y con eficiencia energética. Pero si queremos llega a una arquitectura saludable, también tenemos que pensar a la calidad de los materiales que se usan en una construcción.
Un edificio en madera nos brindará interiores a temperatura de confort todo el año, evitando que pasemos frío o calor y que haya infiltraciones de aire indeseadas. Pero esto es solo saludable en el sentido económico y térmico.
Podemos construir edificios que sean energéticamente confortables, pero no podemos olvidarnos que parte de la salubridad de los edificios está directamente ligada al uso de materiales que sean ecológicos y naturales. Esto solamente lo podemos conseguir si dejamos de lado el uso de plásticos y sus derivados, acabados que presenten VOCs, formaldehidos y disruptores endocrinos. La ventilación es otro tema crucial, necesitamos interiores que estén bien ventilados para que el aire no tenga una concentración elevada de CO2 o con una acumulación de los tóxicos mencionados anteriormente.
Lo es debido a numerosas razones clave relacionadas con su capacidad de absorción de carbono, su reducido impacto ambiental y su capacidad de regeneración. Y lo dicen todos los análisis de ciclo de vida que se han hecho para comparar diferentes sistemas constructivos.
Quizá no sepamos que al sector de la edificación le corresponde un 40% del total de las emisiones de CO2 que se vierten a la atmósfera. Los números son aún más alarmantes si sumamos el uso y la demolición de los edificios, a la fase de construcción. En tal caso el porcentaje de emisiones mundiales sube a más del 50% del total.
Y la ciencia es clara. Si no reducimos rápidamente las emisiones de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero, el cambio climático tendrá efectos cada vez más destructivos e irreversibles en la vida en el planeta Tierra. Quedamos todos emplazados. La reducción de las fuentes de emisión de CO2 es inaplazable. Y la mirada recae sobre el origen y usos de la energía.
El DB‑SA traerá consigo una transformación profunda en la manera de diseñar, construir y justificar un edificio. No se trata solo de cumplir con un reglamento: se trata de responder con responsabilidad a los retos ambientales de nuestra época.
Pensémoslo bien. Ahora es el momento de empezar a construir mejor, a pensar más con qué materiales conformamos nuestros espacios. Faltan pocos meses para que se aplique la normativa, vamos a seguir construyendo edificios que en cuestión de pocos años quedarán obsoletos y perderán de valor de mercado o mejor comenzar ya a fabricar un nuevo y mejor futuro?
En ARQUIMA llevamos casi dos décadas preparándonos para este momento. El DB-SA no nos ha cogido por sorpresa. Hemos apostado por la madera y los materiales desde nuestro nacimiento y el tiempo nos ha dado la razón. Vienen grandes cambios para el sector y ARQUIMA se ha anticipado a ellos. Ha demostrando que es posible fabricar de manera sostenible, eficiente y sana tanto para las personas como para el planeta. Quedamos emplazados.